jueves, 29 de noviembre de 2007

Taxistas

Taxista: Y..no es usted de aquí, no?
Luis : No, no soy de aqui.
Taxista: Y...qué va a hacer el fin de semana?
Luis: Pues no lo sé. Me parece que es la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, no? Quizá me de una vuelta a ver algo de literatura.
Taxista: Lo que hay que ver allí es a las "viejas".
Luis: Bueno, pues veré libros y "viejas" entonces...
Taxista: Pero va a estar "como perro de carnicería". Sabe lo que es eso?
Luis: Pues no, no lo sé..comer carne a dos carrillos??
Taxista: No! Ver pasar la carne y lamerse el "chile!"

TOMA SABIDURÍA POPULAR

Foto tomada desde un Taxi en el DF.

domingo, 25 de noviembre de 2007

The true story



En los Estados Unidos de América (ese gran país respecto al cual es tan fácil hacer pensamientos demagógicos) les ha dado por hacer una revisión retrospectiva de sus productos audiovisuales… y ha habido víctimas.

Al parecer (y aún no salgo de mi asombro) han clasificado las dos primeras temporadas de Barrio Sésamo (Sesamo Street, para los puristas que lo ven todo, hasta los programas infantiles, en versión original) como no aptas para menores de 18 años. Al leer la noticia en el periódico he mirado al calendario para ver si ya estábamos a 28 de diciembre ya que con esto del cambio climático el “tiempo” se ha vuelto loco… pero no, la noticia es seria y tiene “justificación”. Y, ¿cuáles son los motivos por los cuales esto ha sucedido? – se preguntarán ustedes, curiosones y ávidos lectores de este humilde y pretencioso planfeto.

Pues parece que cosas como las tórridas escenas de cama de Epi y Blas en las cuales se pronuncian pornográficas frases como “Epi, que sed tengo!” o “Has visto mi patito de goma?” podrían inducir a equívocos sobre la identidad sexual de nuestros simpáticos amigos.

Una vez más el pecado se encuentra justo en el ojo del censor que en lugar de responder a las preguntas anteriores con:

“esta bien, voy a por un vaso de agua” o “no, no he visto tu patito de goma, tú sabrás donde lo has dejado”,

Se imaginan algo como,

“tienes sed? Pues acércate a mi cama, tengo la forma de solucionarlo” o “tu patito de goma? No, no lo he visto, pero me gustaría verlo y espero que sea avestruz y no patito, de lo contrario me sentiría muy decepcionado”

No sólo se ha tomado esta drástica decisión por sus continuas y explícitas alusiones sexuales, sino también como inductora de malos hábitos nutricionales. ¿Recuerdan al monstruo de las galletas? Pues según los sabios psicólogos estadounidenses es en realidad un terrorista alimentario disfrazado de monstruo de trapo con el oscuro y simiesco objetivo de provocar el consumo desproporcionado de gallegas entre los niños para acabar con la salud coronaria de las juventudes americanas.

Ahora que lo pienso…. Puede que tengan razón porque si recuerdan ustedes este monstruo (que en España fue conocido como Triki) sólo devoraba las galletas “aparentemente” habiendo desarrollado para tal fin una habilidad regurgitadota fuera de lo común. Revisando un capítulo con un sofisticado vídeo en el que puede congelar las imágenes pude comprobar que en contra de lo que parecía a simple vista el viperino personaje en cuestión jamás ingirió un gramo de aquel mortífero veneno. Esto sin duda es prueba suficiente para condenarlo a la silla eléctrica (aunque la inyección letal puede ser más apropiada dado el carácter inflamable a altas temperaturas de la marioneta en cuestión).

En fin, me quito el sombrero (aunque con ello se aprecie mi calva) ante lo sabios que han tomado tal decisión porque una mente simple como la mía nunca se hubiera percatado de tal complot. Sólo me quedan unas cuantas dudas:

“qué tipo de monstruos se supone que somos todos aquellos que hemos crecido viendo a Super Coco, la Jaca Paca y compañía?”

“quien nos va a pagar la factura del psiquiatra?”

“debemos presentar una denuncia ante el juez Garzón por genocidio intelectual de varias generaciones perpetrada por la gallina Caponata, el conde Draqui y compañía ?”

“se esconderá Bin Laden bajo el traje de Espinete?”

jueves, 22 de noviembre de 2007

True Love



Contaban con la inocencia de la juventud que facilita todo proceso amoroso. No había habido desengaños. Él era el chico más guapo de todo segundo de BUP por el que todas ellas suspiraban. Ella la niña más bonita que había llegado aquel año al pequeño instituto rural. Se conocieron porque si. Porque era obligación del destino el hacerlos coincidir en algún momento de su vida. Cualquier otra cosa que no hubiera sido eso, habría sido contra natura; una catástrofe de terribles consecuencias para el mundo. Hay cosas que tienen que acabar sucediendo porque de no ser así algo se desajusta en el universo. Así que lo que había ocurrido aquella primera tarde en la librería debía de estar escrito hacía mucho tiempo. Estaba previsto que ella perdiera el billete de diez euros y que se sonrojara cuando no pudo pagar los cuadernos. También lo estaba el hecho de que justo detrás de ella, en la cola se encontrar él con diez euros de más con los que arreglar la precaria situación financiera de la chica.
“No te preocupes. Ya me lo devolverás” – dijo él con aquella encantadora sonrisa. Después ella le dio las gracias con el particular idioma que sus cálidos ojos color miel hablaban.

Pasaron los días y su amor crecía. Llegaba a ser tan grande por momentos que les daba vértigo. Años más tarde ambos comprendieron que la única razón por la que sobrevivieron a aquella sensación es porque estaban convencidos de que sería eterno que era imposible vivir combinando aquel sentimiento exagerado y la sospecha de que un día podría acabarse. Esa incertidumbre sólo se soporta cuando no amas de veras. Cuando el amor no es el primer y más puro amor y existen ya cicatrices en el pericardio que nos hacen ser cautos no entregarlo todo.
Aquella mañana hacía un calor insoportable. Como siempre estuvieron juntos en el recreo haciéndose arrumacos y dedicándose insultos de enamorados, contándose sus cosas. No echando de menos a nada ni a nadie.
Decidieron que aquel era un momento perfecto para no volver a clase el resto del día y dar un paseo por la orilla del río. El rumor del agua que se filtraba a través de las hojas de los árboles era la mejor de las bandas sonoras. Hicieron todas las tonterías que los niños de 14 años enamorados hacen y decidieron marcar sus nombres en la corteza de un árbol.
A medida que crecían el tiempo pasaba más deprisa. Llegó al hora de separarse porque él se marchaba a la universidad. Sabían que la distancia no era un obstáculo para el amor pero por desgracia se equivocaron. A veces las certezas son meras ilusiones y aprendieron que con el amor esto suele acabar sucediendo.
Llenaron sus vidas con otras muchas cosas: trabajos, parejas, hipotecas, hijos, divorcios, carreras profesionales, consultas psicológicas, coches, vestidos, joyas, aparatos electrónicos, cocinas vitrocerámicas, partidos de tenis, tardes de domingo, arrugas, achaques, reuma, ceniza en los pulmones, experiencia, malos ratos, lágrimas, desengaños.
En una ocasión, el volvió al pueblo. Su madre había muerto y tras el funeral se sintió muy vacío. Decidió dar un paseo y vagó sin saber hacia donde iba. Llegó a la orilla del río. Recordó aquella mañana de verano en la que se escapó con ella. Revivió fugazmente sucedáneos de aquellos sentimientos y sin darse cuenta esbozó una leve sonrisa. Enseguida, ese mecanismo que había desarrollado a lo largo de todos aquellos años para autoprotegerse se puso en funcionamiento y empezó a pensar que lo pasado, pasado estaba, que no merecía la pena martirizarse pensando en lo que pudo haber sido…se marchó de allí más tranquilo, apaciguado por su propia mente con una nueva herida que cicatrizar jurándose no volver nunca por allí de nuevo.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Nunca es lo suficientemente tarde...

DE VEZ EN CUANDO ES BUENO MIRAR HACIA ATRÁS Y RECORDAR LO QUE ALGUNA VEZ FUIMOS CUANDO NIÑOS; cuando teníamos ideales y las cosas eran buenas o malas. Cuando no había matices ni medias tintas. Cuando todo era más fácil. Cuándo la edad te otorgaba la omnipotencia. Pasados los treinta ya hay cosas a las que hemos renunciado. No podemos ser ya futbolistas, ni toreros, ni grandes atletas, ni prestigiosos doctores, ni misioneros salvando negritos en Angola, quizá ni jefes de nada, acaso ni buenas personas porque el mal que hemos causado ya es irreversible… crecer es aprender, y aprender es conocer el porqué de las cosas. Es como cuando te cuentan un truco de magia. La fascinación se sustituye por razón, y todo deja de ser bonito. Pierde lustre, encanto.
Cuando niño, los amigos son tu equipo de fútbol, los que saltan a la comba y no a los que cuentas tus fracasos sentimentales y/o profesionales. Crecer no es mejor ni peor. Es obligatorio así que no vale la pena lamentarse. A veces, si te paras un ratito puedes decidir si quieres ver tu propia vida desde afuera, como siendo un espectador privilegiado de tu Gran Hermano personal. Seguramente esto nos evita disgustos pero también limita nuestras emociones. Es como estar en el suelo frente a una montaña rusa en lugar de ir montado en ella.
Hace unos cuantos meses decidí subirme a la montaña rusa y vomitar cuando tuviera ganas de hacerlo, sentir el miedo en su momento justo y disfrutar del chute adrenalínico al final del recorrido. Por eso ahora estoy despierto en lugar de en la cama. Por eso ahora prefiero vivir este momento a estar soñando envuelto en mis sábanas y dormir hoy menos de 5 horas. Hacer estupideces mientras el cuerpo resista.
Así que cumpliré mis proyectos de ascender la costa portuguesa en Vespa, recorrerme Italia de sur a norte y dar la vuelta a Cuba en bicicleta. Porque en definitiva, es lo que me llevaré en mi memoria cuando en la recta final de mis días olvide cual de mis manos es la izquierda y cuál la derecha, cuando tengan que atarme a la cama para que no salga arrastrándome a la calle en busca de morir viviendo.
DE VEZ EN CUANDO ES BUENO MIRAR HACIA ATRÁS Y VER LO QUE ALGUNA VEZ FUISTE CUANDO NIÑO porque quizá aún no sea demasiado tarde para ser algunas de las cosas que soñabas ser.

Nota: La foto esta hecha en Tequila (México) el pasado Junio.

domingo, 11 de noviembre de 2007

Esto es León

León es oscuridad y frío en esencia.



De mis años de estudiante recuerdo los largos paseos por el centro histórico escuchando la radio. El vapor de agua saliendo de mis pulmones, las frías calles empedradas y la elegancia de los abrigos de las señoras haciendo las compras navideñas.


Es una ciudad estática. Anclada en el tiempo donde casi nunca pasa nada. Donde los viejos pasean por Papalaguinda, los jóvenes quedan en el reloj de la plaza de Santo Domingo y se venera a San Genarín en pagano rito cerca del arco de la antigua cárcel.


Ciudad incapaz de diluir el efecto de sus más de diez mil estudiantes entre su población envejecida y señorial. Vive su presente mirando al pasado y soñando que alguien la cuida y alimenta. Inútil. Sin capacidad para la supervivencia.

León es funcionarial, las tapas del húmedo y los conciertos en la catedral donde lo más granado de una sociedad que sólo es capaz de recrearse en su caciquil ombligo se da cita para ver y ser visto.



Es fiesta sin catársis, con reglas; riesgo controlado, miedo al qué dirán, envidia mezquina y pánico a lo desconocido.

Historia ultracongelada. Un lugar simplemente bello que no tendría espíritu si le quitáramos precisamente eso: la oscuridad y el frío.



domingo, 4 de noviembre de 2007

Fuera de mi

Desde que M. se fue salgo a correr. Me ayuda a relajarme. Recuerdo aquellos primeros días. Incluso llegando a casa agotado no era capaz de vaciarme de aquella sensación de ansiedad que me invadía. Tras recuperar el aliento sentía la necesidad de salir de nuevo.

Cada paso era una patada de rabia, cada estertor agónico me liberaba y hacía olvidar.

Ahora sigo haciéndolo. A veces me duelen las rodillas. He descubierto que el dolor articular es más tolerable que el dolor del alma. Sueño con ser un gran atleta aunque se que es demasiado tarde. Un atleta de pecho profundo y ancho, como el de los lobos. Adaptado a la carrera de resistencia. A la persecución de una presa durante horas. Quiero tener un pecho capaz de contener un corazón grande, poderoso, resistente a los golpes y a los vaivenes de la vida.

Corro cada día. Me visto, sudo, me desnudo, me ducho. Expulso de mi todas las toxinas y en el fondo pienso que en cada gota de sudor expulso a M. de mi cuerpo. A veces me pregunto cuánto tendré que correr y si el día que logre echarla de mi dejaré de hacerlo.

Puede que quizá todo sea inútil y que correr no sirva de nada si no lo haces en la dirección correcta.