jueves, 25 de octubre de 2007

“When the repent… Pluff! Ostia with the flowers!


Historia infantil:

“Uán mariposita guos flaying que te flaying güen de repent….Pluff! Ostia güiz de flagüers! Coño! – sed de mariposita – I forgot to open mai alitas!”

Es como la vida misma. Esta uno tan tranquilo masajeándose las gónadas a dos manos disfrutando quizá de un momento de calma, de un éxito laboral o de un remoto indicio de operación fructífera con el sexo opuesto cuando llega la dura realidad y te da una patada en la espinilla con sus botas de trabajo de punta reforzada.

El domingo por la mañana me levanté por iniciativa propia. No siguiendo, por una vez, los deseos preprogramados de mi móvil con función despertador. Siempre duermo con la ventana abierta (y en pelotas, todo sea dicho de paso). Los rayos del sol brillaban con ese tono especialmente áureo que sólo tiene el astro rey los domingos por la mañana y desde mi cama, lo primero que pude ver fue una panorámica de la ría del Burgo con marea alta y el contraste entre la hierba verde intenso con el agua y el cielo azul. Respiré hondo y decidí que antes de empezar a conducir para asistir al 83 cumpleaños de mi abuelo correría un poquito por el paseo marítimo que a esas horas ya presentaba un intenso tráfico de peatones, ciclistas, patinadores y mascotas desbocadas. Así lo hice a pesar de la oposición de aquellos que dicen que correr es de cobardes y sudar de marranos. Al volver, tras una reparadora ducha, emprendí las dos horas de camino que separan mi casa de la de mi familia. En la radio, las típicas noticias intrascendentes de día festivo. Todas prescindibles menos una:

Aquella misma noche, mientras yo luchaba con mi perro Coco por la mejor posición en la cama, había muerto Juan Antonio Cebrián. Para aquellos que nunca hayáis disfrutado de unos de sus programas su nombre no significará nada, pero si lo escuchasteis alguna vez estoy seguro que, como yo, habéis sentido su pérdida. Ya he hablado en alguna ocasión de mi casi congénita afición a la radio y él sin duda es uno de los máximos responsables. No es mi intención hacer un resumen de su vida y obra; tampoco la conozco lo suficiente. Sólamente diré que echaré de menos su voz en aquellas ocasiones intermitentes en que, de madrugada encendía la radio y acababa siendo intelectual e irremediablemente “abducido” con alguna de sus historias.

Juan Antonio era, básicamente, una buena persona. Uno de los pocos individuos inteligentes e idealistas (cocktail imposible) que he “conocido”. Su fallecimiento, a los 41 años de edad, debido a un ataque cardíaco me hizo caer al suelo de bruces desde la placentera nubecilla en la que iba montado aquella mañana de domingo. Al pasar Piedrafita, justo después de oír la noticia, el cielo se nubló y todo ya me pareció más gris aquel día.

Pluff! Ostia with the flowers!

Dedico este post a Alberto (espero que pueda estar a su altura), amigo con el que comparto (entre otras muchas) tres grandes aficiones: la radio, al pesado de Ismael Serrano y por supuesto, la empanada de la panificadora de Veguellina de Órbigo (León).

jueves, 18 de octubre de 2007

Historias de A Coruña

En ciertas ocasiones La Coruña se despierta generosa y nos enseña su cielo azul. Esos días sales a la calle con una sonrisa imbécil en la cara y disfrutas simplemente caminando.



Todo se acaba demasiado rápido y si pasas por el puerto y te fijas bien, puedes ver cómo los pequeños botes de pesca brillan reflejando vistosamente los últimos rayos del sol como resistiéndose a que la noche caiga.


Cuando finalmente anochece, nos consolamos viendo la milenaria Torre de Hércules que guíará nuestros designios hasta un nuevo día (seguramente gris de nuevo).

Resistiremos hasta que el sol vuelva a salir, aunque tarde semanas, porque cuando ese milagro se produce es cuando uno se da cuenta de que lo bueno se hace esperar.

lunes, 15 de octubre de 2007

El Orfanato

Se autopostula como una de las candidatas a representar a España en los Oscars de Hollywood. La he ido a ver. Apesta. Podría acabar aquí mi crítica pero la verdad es que me apetece cebarme con ese cúmulo de “deja vu”´s que constituye el aborto cinematográfico en cuestión.

Un internado…un niño muerto hace muchos años cuyo espíritu parece vagar…una localización en un palacete del siglo XIX en algún lugar de la geografía de la España verde…una madre que pierde a su hijo…una obsesión…un truco final (único atisbo de inteligencia (poca) aplicada en toda la historia).

Tufillo intenso a “El Sexto Sentido” y a “Los Otros” (que a su vez ya compartían un argumento sospechosamente parecido). Remake encubierto de “El Espinazo del Diablo” (también producida por Guillermo del Toro, si mal no recuerdo). Es como el mismo videojuego en distinto escenario. Pero creo que hacer cine debería ser algo más que eso.

Quiere parecerse a una película de las que se producen como churros allá por la llamada “meca del cine” y desgraciadamente, lo consigue. Con un final trágico pero forzadamente feliz. Pretencioso. Lleno de referencias mil veces vistas. Acudiendo a los recursos usados hasta el cansancio más absoluto de primeros planos, caras desfiguradas e incrementos súbitos del volumen para “sobresaltar” al espectador (ni inquietar, ni asustar).

En serio, no malgastéis ni un euro/peso/libra. Siento tener que decir todo esto porque soy defensor de todo el cine europeo. Pero de el que no sea precisamente como este. Americanada hecha en Europa. Aún más vomitiva, repugnante, repulsiva, odiosa y repelente que una genuina “americana made in América”. Al director, sólo decirle que si esto es su primera película en la que se supone que uno pone lo mejor de si mismo, le auguro un futuro oscuro como el sobaco de un grillo.

Como poner a parir películas españolas está en contra de mis principios me encuentro en la obligación moral de recomendar la última de la Bollaín que se titula “Mataharis”. Una buena obra que habla de los sentimientos de la gente y sin llegar a ser el gran peliculón que fue “Te doy mis ojos” (la anterior de esta misma directora) es una película muy digna y muy bien hecha que logra emocionar en muchos pasajes. Todo lo contrario la chatarra fílmica objeto de mis iras.

P.D. Un director que logra sacar horrenda a Belén Rueda no se merece más que algún tipo de tortura de la inquisición (había una muy buena que consistía en colocar a un par de ratas en una jaula sin fondo sobre el abdomen del reo en cuestión y dejarlas ahí hasta que el hambre hiciera que se fueran comiendo la barriguita de quien les servía de soporte). Cruel verdad? Los españoles siempre hemos sido muy creativos para hacer putadas de este tipo. No sé como últimamente caemos en películas tan poco imaginativas como “El Orfanato”. Creo que no me ponía de tan mala leche desde que ví “El cuervo”.

miércoles, 10 de octubre de 2007

La Revisión Médica














Cualquier fenómeno extraordinario en medio de una actividad más o menos rutinaria se convierte en motivo de excitación general y chascarrillo.

Esta mañana he llegado a uno de los centros de trabajo de la empresa que paga religiosamente mi nómina (por ahora), y me he encontrado con una unidad móvil de la Mutua Universal haciendo el reconocimiento de salud anual a nuestros trabajadores.

Al entrar en la oficina, la escena parecía el cuadro de Rembardt, “Clase de Anatomía”. En torno a la mesa de reuniones se encontraban sentados todos los asalariados orientando sus miradas hacia el lugar en el que un diligente ATS (Asistente Técnico Sanitario) extraía sangre a uno de sus compañeros. Los improperios de la muchedumbre enardecida por la visión de la sangre eran múltiples y variados y hacían generalmente mención al grado etílico de la sangre de sus colegas o bien insinuaban que el fluido vital de los mismos no salía con facilidad de sus vasos porque “tenía tropezones”. Lindezas de este tipo sin duda, nos ayudaron a pasar el rato de una forma "agradable".

Después fueron pasando uno por uno a la unidad móvil. A uno de ellos, debido al felpudo que luce en el pecho, no se le quedaban fijados los sensores del electro cardiograma, al otro lo amenazaban con que, dado que pasaba la cincuentena era carne de prospección rectal en busca de alteraciones prostáticas, el de más allá juraba y perjuraba que era imposible ver la fila 8 de las letras que te muestran para detectar tu nivel de ceguera (lo malo es que mantenía que no sólo era imposible para él, "cuatrojos" declarado, sino también para el resto de lo bípedos mortales pobladores del a faz de la tierra!).

La verdad es que estas cosas son las que te reconcilian con el mundo. A la hora del almuerzo mientras interíamos triglicéridos, colesterol y cloruro sódico a dos carrillos (ahora que ya no afectaría los resultados de nuestras pruebas podíamos hacerlo) decidimos que todo aquello no servía para nada y que lo mejor era no tenerlo demasiado en cuenta.

Uno de los trabajadores se percató de que a uno de los enfermeros le faltaba un dedo. No faltó tiempo para que alguien relacionara la falta de ese apéndice anatómico con la palpación rectal del hombre cincuentenario.

Tras todas estas chanzas, volvimos al trabajo hechos todo un equipo. Me río de los consultores que se llevan a los ejecutivos estresados para “hacer team” a jugar al Paint Ball y lanzarse en tirolina. También de los que van a Disney World en vacaciones!

Contra el tedio y el aburrimiento…ponga una jornada de reconocimiento médico en su vida!

lunes, 1 de octubre de 2007

Nuevas Teorías Nutricionales

Estábamos sentados en el “Rufino” que es nuestro restaurante “de cabecera” en Bolea (Huesca). No por ser el único establecimiento que sirve comidas en muchos kilómetros a la redonda deja de ser un lugar de una excelente relación calidad / precio. Habíamos ordenado nuestro menú y mientras llegaba departíamos amigablemente en grupitos en tres idiomas distintos. La escena recordaba un poco a como tuvo que ser aquella vez que según el Nuevo Testamento los apóstoles de Jesucrito se pusieron de repente a hablar en lenguas extrañas justo antes de irse a evangelizar al mundo, básicamente porque ya nadie les comprendía ni les soportaba en el lugar en el que estaban.

A un lado de la mesa, la delegación Rusa con Svetlana (la traductora que vino del frío), Valery (Veterinario Oficinal del Ministerio de Agricultura Soviético con un sospechoso parecido al “cuñaaaaaaoooo de el Loco de la Colina) y Eugeni (el único ruso con aspecto estadounidense atiborrado a hamburguesas carne de vacuno 100%. La imagen de este tipo saliendo de la ducha es un fragmento de mi vida que por desgracia no olvidaré nunca).

Nos sirvieron una deliciosa ensalada como aperitivo, justo antes de que cada uno recibiera los dos platos que había solicitado. Valery se dirigió a nosotros en ruso. Mi dominio de la lengua de Vladimir Putin se limita a un ridículo “da” (pronunciado, eso si, con mucha seguridad y acento de San Petersburgo) por lo que tuvimos que recurrir a la traductora para no perdernos sus sabias palabras.

“Vosotros, que sois veterinarios deberíais saber”- dijo Valery en tono pedagógico- “ que los huesos de las aceitunas son muy buenos para limpiar el estómago”. Tuve que hacer un esfuerzo para que la imagen que me vino súbitamente a la cabeza de un intestino delgado repleto de huesecillos de aceituna atascados como coches en el periférico de el DF en hora punta no me produjera una poco conveniente sonrisa y simplemente contesté con un pseudocientífico “no, no lo sabíamos. Está claro que, ingerir fibra tiene esa propiedad pero de las propiedades limpiadoras de este subproducto concretamente...no tenía ni la más remota idea”.

Yo pienso que comer huesos de aceitunas para adquirir fibra, viene siendo equivalente a roer las patas metálicas de las mesas para aprovisionarse de hierro pero por respeto a nuestros invitados y tan falso como puedo llegar a ser cuando la diplomacia obliga, no hice pública mi verdadera opinión sino la ya expresada (mucho más políticamente correcta).

Cuando hubimos terminado nuestra ensalada, pude percatarme que en el plato de ninguno de los rusos quedaba rastro de las olivas. “Aceitunicidio” masivo en el Rufino!

Lo malo es que hasta que no hagan la digestión no habrá rastros del delito. Habrá que llamar a Scotland Yard para aclarar este luctuoso hecho porque en este caso concreto no seré yo quien busque las pistas!

Lo siento. Un día escatológico lo tiene cualquiera!