martes, 19 de enero de 2010

El post anterior es el principio de este "sucedido"...se recomienda la lectura previa del post anterior

El ciervo nos miró con curiosidad (supongo que la misma con la que nosotros lo estabamos viendo a él) pero no se asustó. Se detuvo por un momento y continuó caminando hacia la playa. Nosotros permanecimos inmóviles hablando en voz baja sobre el fenómeno en cuestión mientras veíamos atónitos como el animalito se acercaba a la orilla del mar. Ya había buena visilidad y seguramente de no ser por aquel sorpresivo acontecimiento ya hubiera hecho un rato que nos hubiéramos ido. Ante nuestras incrédulas miradas, el ciervo se metió en el agua y comenzó a nadar hacia el mar. De vez en cuando , cambiaba su dirección y se acercaba a un malecón que entraba unos 50 metros en el agua pero finalmente, siguió adentrándose en la masa de agua hasta finalmente lo perdimos de vista.
Intentando buscarle una explicación al fenómeno (que a día de hoy aún no le hemos encontrado aunque ya no nos quita el sueño) emprendimos el camino de vuelta.
Bajo la luz del día, la fisonomía de la ciudad habia cambiado. El nivel de actividad se había incrementado y el sonido de mi bocina ya no tenía el mismo protagonismo que anteriormente en el silencio de la noche. Regresamos al viejo Aberdeen de piedra en el que los estudiantes más madrugadores ya poblaban las aceras y dejamos las bicicletas en el mismo lugar en el que las habíamos encontrado…


Unos 11 años más tarde, en Ixtapa Zihuatanejo (México) comíamos pescado a la brasa en una paradisiaca playa a la que sólo se podía acceder en barco. Algunos bañistas practicaba snorkel a unos metros y los meseros se esforzaban por brindarnos las mejores atenciones. Yo hablaba con mi cliente sobre las evidentes ventajas de nuestros productos cuando, de repetente, como un fantasma del pasado se apareció ante nosotros, de nuevo, un ciervo en la arena de la playa.
Mientras mordisqueaba el delicioso lomo de un pescado crujiente y salado abierto en canal acudieron a mi memoria las imágenes de aquel amanecer en Aberdeen e imaginé por un momento (justo antes de que el sentido común se apoderara de mi) que aquel ciervo consiguió al fin escapar del frío de Escocia. Sentí unas irreflenables ganas de contarle a mi cliente la historia completa del campo del golf, el pato de goma y el amanecer en el Mar del Norte pero sin duda alguna y por desgracia, la nostalgia está reñida con los negocios.

2 comentarios:

Yoly dijo...

Me encanta... lo cierto es que nunca dejas de sorprenderme... con inspiracion o sin ella siempre consigues engancharme a tus relatos, reales o no, todos tienen para mi un doble fondo que me hace reflexionar sobre ciertas cosas... sigue así. Ya te iba a echar la bronca por que me tenías a pan y agua desde hace tiempo... pero merecio la pena la espera.
Un abrazo y un beso desde el otro lado del charco!

Luis dijo...

Gracias Yoli. Amor de prima, supongo...por cierto FELICIDADES A MI MADRINA!!!!