martes, 24 de febrero de 2009

Un bus en la noche

Últimamente viajo hacia el norte en autobús. Puede que sea impropio de mi cargo, de mi salario, de posición…se lo oculto a mis clientes para que no sepan que soy tan cutre pero el caso es que yo le sigo viendo el lado épico a esta aventura de tomar un transporte público en Guadalajara a las 7 y media de la tarde y llegar a Sonora a las 10 de la mañana haciendo paradas de cinco minutos para “checar” (como dicen los conductores) en Tepic, Mazatlán, Los Mochis, Culiacán y Guamuchil. Son unos 1.100 kilómetros de paz mental en los que puedes pensar, escuchar los programas de radio amontonados en el Ipod o dormir a pierna suelta.

Martín me prestó una cobija (=manta) en la que me enrosco como un gusano de seda, como cuando veía la televisión en las frías tarde de invierno en el piso de la fábrica en la que mi padre trabajaba y en la que, por cierto, no había calefacción. No se la he devuelto (la manta, digo); le he tomado cariño a mi compañera de viaje.

Las películas son odiosas (“Transformers” y “Shrek 3” son algunos de los peliculones que me he “tragado”) y creo que en realidad viajo de noche para no tener presente todo el tiempo lo sucios que están los asientos. Pasamos varios controles durante el trayecto: alguno de migración buscando centroamericanos con destino al paraíso, un par de ellos del ejército queriendo cortar el flujo de drogas hacia el norte y el resto son cercos fitosanitarios en los que el atrofiado funcionario de turno se da una vuelta por el interior del vehículo intentando afanar algo de valor que haya quedado a la vista en alguno de los asientos (teóricamente buscan frutas y verduras que no pueden ser internadas en los estados de Sonora y Sinaloa, pero yo estoy convencido de que si les pones un saco de patatas con una gorra de los New York Yankees en uno de los asientos, le pedirían que se bajara del bus).

Llego a Navojoa cuando el sol de la mañana ya brilla en lo alto. Me estiro en mi asiento; engraso las bisagras en que se están convirtiendo mis rodillas y me pongo en marcha.

Hoy será otro día de trabajo. Esta claro...lo que no te mata te hace más fuerte.