viernes, 16 de enero de 2009

En el jardín

Es un placer intenso quedarse al sol al medio día en diciembre. Entreabrir los ojos sentado en las escaleras de la casa de mis padres con Coco vigilando a hostigadores fantasmas que merodean el domicilio. Escuchar el rumor de un tractor en la lejanía y dejar pasar el tiempo. Ver cómo la piel se oscurece en tiempo real y desoír deliberadamente los viejos consejos de la abuela. “Ponte una gorra que el sol de diciembre es muy malo”…creo que ni ella misma está de acuerdo con lo que dice, pero es su deber advertirlo y el tuyo como nieto, el desobedecer (al menos hasta que uno deja de considerarse joven).

Un cortacésped suena en la distancia y el rumor del agua del reguero es la banda sonora constante de la escena.

Es un placer intenso disfrutar del tiempo improductivo, de la flojera absoluta, de la sensación de estar en casa, de que nada en el mundo depende de ti y tu dependes enteramente de todo, de que ese sol siga brillando, de que el agua siga corriendo, de que tu abuela te siga regañando.

3 comentarios:

Tanne dijo...

Tu te has tomado un dia de vacaciones de ti mismo,copion,jejjejej,
Hazme un favor,haz caso de tu abuela y disfruta cada instante que compartas con ella.Un beso

Anónimo dijo...

No tengo abuela ni abuelo que me regañen, pero si una suegra..

definitivamente no es lo mismo.

yo dijo...

las suegras, son un amor, je je.

por otro lado, una chica que te acompañe siempre mejora esos momentos.