viernes, 29 de febrero de 2008

Capítulo 2

Al fondo del camino geométricamente trazado entre dos superficies de hierba se erguía un siniestro batallón esperándome….

Estaba constituido por seres desiguales, de silueta cónica, tremendamente lúgubres... Me fui aproximando con paso titubeante. La Curiosidad me empujaba desde atrás y el Miedo me frenaba por delante. Les rogué que se pusieran de acuerdo porque yo no podía soportan tanta presión, pero ninguno de los dos cedía. Así que decidí que no lucharía más y que haría lo que el más fuerte de los dos, Curiosidad ó Miedo, decidiera. Como suele suceder en todo relatos de suspense venció la primera y seguí aproximándome a aquella extraña procesión de seres raros que permanecían inmóviles.

Cuando estuve sólo a unos 25 metros de aquel estremecedor grupo, comprobé horrorizado que la ATS que me hizo la revisión médica laboral este año tenía razón… soy miope y necesito gafas. Aquellos espectros mañaneros eran sólo unos cuantos árboles ornamentales que la empresa de Jardinería subcontratada por el Excelentísimo Ayuntamiento de Culleredo había plantado allí el día anterior y cuya presencia yo, simplemente desconocía.

Más tranquilo, seguí avanzando pensando en lo imbécil que había sido por pensar todas aquellas estupideces. A pesar de que la parte racional de mi cabeza ya tenía una explicación más o menos convincente a aquella aparición, había algo en la imagen que mis ojos percibían que resultaba extraño. Algo que no encajaba. Sin embargo, no fui capaz de detectar de qué se trataba hasta unas cuantas horas más tarde… ¿cómo pude no darme cuenta en aquel momento?

To be continued…

jueves, 28 de febrero de 2008

Capítulo 1

Esta mañana me he levantado (hasta aquí todo normal, jejeje) y he dirigido mi vista hacia el parque que hay entre mi casa y la ría. Un ejército de gaviotas homogéneamente distribuidas por la vegetal alfombra verde de gramíneas salpicada de deposiciones caninas, preparaba su ataque a algún banco de peces.

El aire estaba pesado, como ionizado, por eso el poco pelo que me queda estaba en estado de rebelión, anárquicamente distribuido por mi apéndice cefálico en singular composición abstracta. He tenido que someterme a una ducha con agua hirviendo para reducir tal alzamiento popular piloso. A consecuencia de ello, mi piel, otrora de un tono negro azabache, se ha tornado rosada como la de un lechón recién destetado.

Con esta apariencia de Crispín Clander, he salido a la calle. Coco estaba alborozado, sorprendido, melancólico, bucólico..tirando a alcohólico, diría yo. No es normal que yo ejerza mi obligación de pasearlo a tan tempranas horas de la mañana (hay vida a las 8 am! Grité al unísono conmigo mismo!) así que no me quitaba el ojo de encima (es una forma de hablar, no es que sea un perro cíclope) ni siquiera mientras olisqueaba las migajas de bocata que alguna cría humana dejó junto al banco que linda con el parque de juegos infantiles. Por cierto, antes teníamos toboganes y columpios (o “culumpios”, según los más castizos), ahora, estos lugares tienen estructuras de formas indefinibles y que requieren de un curso de iniciación y especialización posterior para utilizarlos. Extrañas palancas, poleas, arneses, pinchos redondeados, gomas, cuerdas, gravilla y maderas, se combinan de caprichosas maneras para servir de diversión a las pequeñas bestias.

He dejado ese diabólico espacio a mi izquierda y he girado 360 grados hacia mi derecha. Tras pensarlo un momento, me he percatado de que estaba en la posición inicial. Tras una serie de experiencias de ensayo y error he dirigido mi cuerpo hacia el lugar deseado bajo la directriz “mueve tus pies que tu cuerpo te seguirá! ”.

Al fondo del camino geométricamente trazado entre dos superficies de hierba se erguía un siniestro batallón esperándome….

To be continued…

martes, 26 de febrero de 2008

Rigores Invernales

En esta época de calentamiento global, allí sigue haciendo frío. La noche dura casi 24 horas durante el 99 por ciento del año. La vida se hace complicada en aquellas estériles condiciones.

Una vacuna de rabia canina en refrigeración comparte el espacio vital con media docena de tomates cherry que a pesar de la espera no pierden su céreo lustre. Una tarrina de margarina caducada vio como sus esperanzas de ser consumida preferentemente antes de (ver el dorso), novimembre de 2005, se perdían entre la escarcha. Nunca más se supo de ellas.

Hay una botella de vino peleón que se ha vuelto engreída. Mira al tetrabrick de leche por encima del hombro (de cerdo que está en fase de proteolisis galopante). Media docena de huevos de corral esperan en marcial fila de a dos su oportunidad para lanzarse a una sartén en uno de mis descuidos. La fecha de su muerte está inscrita en su cáscara. ¿Os imagináis que cuándo naciéramos nos tatuaran en la piel la fecha de esperanza de vida máxima?

Un día de estos me decidiré a vaciarlo del todo y descongelarlo.

No descarto encontrarme a un alpinista austriaco atrapado entre los hielos perpetuos de mi congelador con una carta de amor entre sus manos.

lunes, 25 de febrero de 2008

Julio César

Tiene nombre de emperador romano, aspecto de jeque árabe y comportamiento caribeño pero resulta que es brasileño. 57 primaveras (en canal, como decía Sabina), ojos colgando de sus órbitas por el nervio óptico, un poblado bigote en el que se entretiene la espuma de la cerveza cuando bebe (puajjjjjj!) y que recuerda a los barbillones con los que las ballenas azules filtran el krill en el ártico. Cuerpo robusto, sólido…barriga de mujer gestante de gemelos. Se mueve con la agilidad de un perezoso. A cada inspiración se toma su tiempo para pensar si debe de hacerlo o no y justo en el momento en que la hipoxia cerebral está llegando decide que si, que va a introducir aire en su organismo y vuelve a iniciar su razonamiento. Es leeeennnntttooooooo. Me desespera. Habla pausado y rompe el silencio con frases como :

“Don Luis… y vosé me dijo que no había soya en Rio Grande Do Sul!” – y yo le miro incrédulo y pienso , “y cuándo he dicho yo eso?”. Bueno, eso fue las 5 primeras veces que me lo dijo. Ahora ya si, le digo que soy un sucio bastardo traidor y que es cierto que creo que no hay soja aunque estemos rodeado por varios cientos de miles de hectáreas.

Cuando entra en un restaurante, no pide una mesa para dos sino que pregunta si en el establecimiento se solicitan personas hambrientas porque allí tienen a dos (él es una y yo la otra, me temo). Lo mismo te suelta eso que le dice a un taxista : “usted sabe quién mató al alcalde , pero no me lo quiere decir”… a lo cual , el taxista contesta solícito…” pues yo creo que fue un crimen político!”.. y la rueda sigue su ciclo.

“Don Luis, y usted me dijo en en Brasil no había árboles…” (Mientras nos aproximamos al Amazonas). Yo ya no sé si reír o llorar.


Pega la hebra con cualquiera con la más peregrina excusa.

“Yo hice la primera explotación industrial de cerdo en el Estado de Santa Catarina hace 30 años, Don Luis.” “Don Luis, yo descubrí el virus de la reticuloendoteliosis en huevos de pato que un laboratorio utilizó para hacer una vacuna para porcino”, “Yo instauré todos estos controles de calidad”, “Yo…….., Don Luis”

Ayer lo acompañé a uno de los aeropuertos de “Sao Paulo”. Mientras se alejaba, vi como la multitud se lo tragaba poco a poco con sus gafas de pasta, su exoftalmia, su cuerpo pesado y sus movimientos lentos. He de reconocer que me sentí aliviado al estar solo de nuevo pero al mismo tiempo confesaré, ahora que no me oye, que me alegro de haberlo conocido…