jueves, 20 de septiembre de 2007

Los Ricos y los Motivables

Estacionamos la camioneta en el parking de Plaza Bonita. Aún era pronto por lo que decidimos ir a desayunar. Era una de esos populares restaurantes “grigoides” que los europeos vemos en las películas en los que una camarera con sobrepeso (que invariablemente se llama Maggy) fuma un cigarrillo mientras te rellena a intervalos de tiempo regulares una enorme taza de café.

Solicité un desayuno continental (55 pesos). Es una elección pragmática y automática, no meditada puesto que prefiero no comer exactamente lo que me apetece a tener que pensar lo que en realidad me apetece (en un ejercicio de pereza mental del que realmente no me siento orgulloso). Por su parte Gregorio pidió un jugo de naranja con un pequeño porcentaje de zanahoria y unos huevos estrellados con tocino. Me subió el colesterol sólo con escuchar su pedido, pero bueno, hay que entender que aquí el desayuno es así, digamos que “fuertecillo”.

Estábamos hablando sobre lo jodido que iba nuestro negocio, lo poco que vendíamos y lo caro que producíamos cuando de repente unos aplausos provenientes de la cocina nos sobresaltaron momentáneamente. Únicamente lograron distraer nuestro insustancial y autocompasivo discurso durante unos instantes. Continuamos hablando como si aquello no hubiera sido posible y no tuviéramos ganas de investigar si había sido real o un puro artificio auditivo producido por la caida de algún utitensilio culinario en los fogones.

Al cabo de unos instantes, comenzamos a detectar nuevos fenómenos extraños procedentes de la cocina. Yo estaba estratégicamente siuado para poder fisgonear un poquito hacia el interior, así que al final mi insana curiosidad me obligó a centrarme en lo que allí dentro estaba ocurriendo. Me fijé en que en el centro de la estancia había una meseta. La típica meseta que a todos nos gustaría tener en nuestra cocina si ésta fuera lo suficientemente grande como para albergarla, claro. Ví como en torno a esta meseta giraba el personal de cocina del restaurante. Lo hacían en el sentido de las agujas del reloj (como el agua en la bañera en el hemisferio norte). La escena me recordó a la de los musulmanes en la meca en movimiento gravitacional de traslación en torno a la gran piedra negra pero en este caso, en lugar de repetir los versos del Corán mascullaban consignas gritadas por un manager de motivación encorbatado del tipo “¿cuál es nuestra mision?” – ante lo cual, sus fieles respondían – “servicio y atención!”. Después, se reunían y entrelazaban sus manos como un equipo de baloncesto al final de un tiempo muerto. Supongo que la parte del sacrificio de un animal para ganarse el favor del dios Wall-Mart ya lo habían hecho con anterioridad a nuestra llegada porque, por mucho que me fijé no vi gotas de sangre, ni gallinas con el cuello seccionado, ni siquiera una triste mosca amputada.

Una vez acabado el ritual. Un montón de gente uniformada y con un brillo especial en los ojos ansiosos por dar “servicio y atención” a diestro y siniestro salió de la cocina y viéndolos uno a uno me recordaron a los míticos Vitorinos saliendo del toril y buscando excitados a alguien a quien atacar o de quien defenderse mientras mueven nerviosos la cabeza de un lado al otro.

Total , que desayunamos. La mañana estaba preciosa. Creo que siempre es primavera en Guadalajara pero ahora, al final de la época de lluvias todo esta verde y florido…y si no fuera por lo pésimo de mis negocios creo que me hubiera sentido hasta feliz estando por aquí estos días.

Entramos en Plaza Bonita, un lugar de esos que inexplicablemente ha tenido poco éxito comercial (algún dia hablaremos de por qué hay establecimientos hosteleros en los que nunca hay nadie y otros que están petados de peña).

Poco antes de llegar a nuestra oficina pasamos al lado de un gimnasio donde a las 8 y media de la mañana ya había una bola de gente dándolo todo en esos instrumentos de la inquisición que son los aparatos de gimnasio.

Gregorio pensó en voz alta…”mira cuánta gente rica”. Ante lo cual yo repliqué..”no hombre, no seas mal pensado, seguramente son gente que trabaja en turno de tarde”.

En el corto trayecto entre el gimnasio y la oficina, escuchando los jadeos de los deportistas, los cantos de los pajarillos y mirando lo sucios que llevaba los zapatos, tuve la sensación de estar encadenado a mi destino y supe que Gregorio tenía razón. Hay dos clases de personas: los que pueden ir al gimnasio por la mañana y los que tienen que dar vueltas gritando gilipolleces en torno a la meseta de una cocina.

Bueno, después de esta sarta de gilipolleces os dejo una vieja canción de Deacon Blue que tiene algo que ver (remotamente quizá..o no) con aquello que nos/les queda a los que por cojones tenemos que levantarnos cada mañana a luchar contra los elementos. Tenemos que soñar con algo, no?

6 comentarios:

Anónimo dijo...

No sabía que el negocio iba tan mal, ¿crísis porcina? Ánimo que no queda otra.Bueno, y sino a ver si las opos van mejor que de eso no cuentas nada

Besos

S.

Gaby dijo...

Animo Luis, vas a ver que pronto las cosas mejoran.

VITOCHAS dijo...

Pues no tengo la menor idea de cuál sea tu negocio, pero seguramente también fue producto de una decisión pragmática, al momento de escoger entre continuar reproduciendo los ciclos del capital, o narrar de forma harto entretenida y punzante lo que miras alrededor.

Por supuesto, del oficio de escribir no han salido Bill Gates o Donalds Trumps, así que vivir de eso realmente es muy díficil. De ahí que la mayoría lo hagamos por mero gusto y en los ratos libres.

Creo que también tienes un estilo adictivo; entre mordaz, rítmico y conciso. Esta excelente.

Y bueno, ojalá que tu estancia en este querido país de globos y bicicletas conocido como México, esté siendo placentera.

Luis dijo...

Gaby y S. , no toméis mis lamentos en serio...me gusta autofustigarme y compadecerme. Me gusta reirme de mi mismo. Estoy de puta madre.

Vitochas...proveniendo de quien provienen esos cumplidos son especialmente placenteros. Muy amable. Para mí la esencia de la escritura, como del cine es no "ser sólo entretenido" sino entretener. Creo que lo artístico en general tiene la ÚNICA OBLIGACIÓN de entrener. Después se pueden adicionar otras cuestiones como el compromiso, el drama, el sentido del humor, lo surrealista o los frijoles. Lo que se quiera, pero arte y "coñazo" (expresión española para definir a lo aburrido) no debieran venir nunca unidos (en mi humilde opinión).
Gracias por pasaros.

Anónimo dijo...

Bueno vaya historia... jejejej... me hizo recordar a la gente de McDonals que tienen que estar gritando "Gracias" así el Gerente de la tienda los insulte... Y en cuanto a lo de los Gimnasios, piensa que esa gente que va a allí por las mañanas no tiene nada mas que hacer de sus vidas... jejejeje.... es mejor salir a caminar con Coco por el Paseo Maritimo cerca de casa!!!

Un besito y te esperamos pronto!!! Buen viaje de vuelta...El Burgo ya te extraña... jajaj ;-))


O´Hara

Ginger dijo...

Jajaja, nunca digas que algo no va bien hasta que no estés girando alrededor de una mesa y gritando "¡servicio y atención es nuestra misión!"